martes, 13 de agosto de 2024

"La chica del libro rojo" de Concha Casas

 


Antes de leer esta novela, lo más parecido al género de novela erótica que he leído -y de ello hace ya bastante tiempo- fue,  El amante de Lady Chatterley de H.O. Lawrence y La pasión turca de Antonio Gala. La primera la leí en los años ochenta y  La pasión turca justo el año de su publicación, en 1993. En esos años Antonio Gala era un autor de moda. La novela se llevó poco después al cine.

En ambas obras se habla de sexo de forma explícita o, mejor dicho, se describe el acto sexual explícitamente.

En la obra de Concha Casa, La chica del libro rojo, aparentemente todo es sexo, pero sólo aparentemente. Hay mucho más, al menos así lo he percibido yo.

Lawrence no era partidario de emplear un lenguaje subido de tono en su vida privada y era más bien remilgado en lo relativo a promiscuidad. Sin embargo, al final de su vida, ya muy enfermo de tuberculosis y cuarentón, escribe El amante de Lady Chatterley, una historia de amor y de sexo que protagonizan una esposa inglesa de clase alta y su guardabosques, un hombre que al referirse a las partes del cuerpo y sus funciones no se anda con tapujos. Claro que Lawrence sabe que morirá antes de que su obra salga a la luz. De hecho se publicó primero en Florencia en 1928 y hasta 1960 no se editó en Reino Unido. Lawrence murió en 1930. También esta obra fue llevada al cine en distintas versiones desde 1955.

En  La pasión turca -llegamos a la década de los noventa, bien consolidada la revolución sexual-volvemos a encontrarnos con una historia de amor y sexo; de nuevo aparece el patrón de parejas pertenecientes a distintas clases sociales, de nuevo la infidelidad matrimonial en entornos infelices y de nuevo el sexo descrito muy explícitamente. Recuerdo que al leer en esta novela la descripción detallada de un orgasmo femenino (en Lawrence también aparece) pensé “seguro que Gala le ha pedido a alguna amiga que se lo cuente”.

Y llegamos al año 2024, a La chica del libro rojo de Concha Casas. Me encuentro con una novela que esencialmente está articulada con escenas de sexo, muy, muy explícitas y llamando al pan pan y al vino vino. Hay narración retrospectiva, cuando la protagonista, Elvira , lee pasajes del diario de las chicas de le hermandad  y narración, en primera persona, en el momento presente de la protagonista.

Soy de la opinión que en toda buena literatura aparecen parentescos con otras obras. De alguna forma ya he apuntado este parentesco con las dos obras citadas:

1.- Los amantes pertenecen a estratos sociales distintos. En la novela de Concha Casas la protagonista, Elvira, es profesora de secundaria y pedro, su amante, conserje en el instituto.

Esto mismo ocurre con Constance y Oliver (Lawrence) y Desideria y Yaman (Gala).

2.- Hay infidelidad y adulterio en un matrimonio infeliz. Elvira está casada con Alfredo desde hace más de veinte años pero  comparten un amor que ha ido languideciendo con el tiempo. En la obra de Lawrence este elemento se suaviza atribuyendo al marido burlado una enfermedad.

3.- Aparecen emociones comunes: placer, culpabilidad, sumisión, rebeldía, resignación, súplica, dominación. En “La chica del libro rojo” el elemento “dominación” alcanza un tono preocupante en  dos momentos distintos de la obra.

Me ha parecido muy interesante el uso que hace Concha Casas de algunos símbolos o arquetipos:

1.- El viaje al sur (Marbella, Marruecos) como símbolo de liberación, de soltarse la melena.

2.- El uso de las estaciones para expresar emociones: en primavera Elvira conoce a Pedro; en verano vive su romance, la pasión; en otoño llega la decadencia, el cansancio; en invierno ese amor ya no existe, ha muerto, y también muere la relación con Alfredo.

3.- El elemento “agua” (duchas, baños en el mar) que interpreto como escenas que nos anticipan estados de purificación, de cambio, de renacimiento.

Como novedoso para mí, y la verdadera aportación literaria,  en la obra de Concha Casas es que aunque todo el tiempo se habla de sexo, en realidad no se está hablando de sexo.  Se está hablando de liberación femenina, de mujeres que quieren alcanzar el poder que la sociedad machista les ha negado. La novela habla de lucha y búsqueda interior, de anhelo de una vida auténtica, de un deseo profundo de vivir en unidad lo que el ser aspira y por lo que el cuerpo clama. Es la historia, en definitiva, de una mujer que se lanza al vacío, dejándose llevar por sus instintos y, paradójicamente, en lugar de estrellarse se encuentra a sí misma.