Antes de leer esta novela, lo más parecido al género de
novela erótica que he leído -y de ello hace ya bastante tiempo- fue, El
amante de Lady Chatterley de H.O. Lawrence y La pasión turca de Antonio Gala. La primera la leí en los años
ochenta y La pasión turca justo el año de su publicación, en 1993. En esos
años Antonio Gala era un autor de moda. La novela se llevó poco después al
cine.
En ambas obras se habla de sexo de forma explícita o, mejor
dicho, se describe el acto sexual explícitamente.
En la obra de Concha Casa, La chica del libro rojo, aparentemente todo es sexo, pero sólo
aparentemente. Hay mucho más, al menos así lo he percibido yo.
Lawrence no era partidario de emplear un lenguaje subido de
tono en su vida privada y era más bien remilgado en lo relativo a promiscuidad.
Sin embargo, al final de su vida, ya muy enfermo de tuberculosis y cuarentón,
escribe El amante de Lady Chatterley,
una historia de amor y de sexo que protagonizan una esposa inglesa de clase
alta y su guardabosques, un hombre que al referirse a las partes del cuerpo y
sus funciones no se anda con tapujos. Claro que Lawrence sabe que morirá antes
de que su obra salga a la luz. De hecho se publicó primero en Florencia en 1928
y hasta 1960 no se editó en Reino Unido. Lawrence murió en 1930. También esta
obra fue llevada al cine en distintas versiones desde 1955.
En La pasión turca -llegamos a la década
de los noventa, bien consolidada la revolución sexual-volvemos a encontrarnos
con una historia de amor y sexo; de nuevo aparece el patrón de parejas
pertenecientes a distintas clases sociales, de nuevo la infidelidad matrimonial
en entornos infelices y de nuevo el sexo descrito muy explícitamente. Recuerdo
que al leer en esta novela la descripción detallada de un orgasmo femenino (en
Lawrence también aparece) pensé “seguro que Gala le ha pedido a alguna amiga
que se lo cuente”.
Y llegamos al año 2024, a La chica del libro rojo de Concha Casas. Me encuentro con una
novela que esencialmente está articulada con escenas de sexo, muy, muy
explícitas y llamando al pan pan y al vino vino. Hay narración retrospectiva,
cuando la protagonista, Elvira , lee pasajes del diario de las chicas de le
hermandad y narración, en primera
persona, en el momento presente de la protagonista.
Soy de la opinión que en toda buena literatura aparecen
parentescos con otras obras. De alguna forma ya he apuntado este parentesco con
las dos obras citadas:
1.- Los amantes pertenecen a estratos sociales distintos. En
la novela de Concha Casas la protagonista, Elvira, es profesora de secundaria y
pedro, su amante, conserje en el instituto.
Esto mismo ocurre con Constance y Oliver (Lawrence) y Desideria
y Yaman (Gala).
2.- Hay infidelidad y adulterio en un matrimonio infeliz.
Elvira está casada con Alfredo desde hace más de veinte años pero comparten un amor que ha ido languideciendo
con el tiempo. En la obra de Lawrence este elemento se suaviza atribuyendo al
marido burlado una enfermedad.
3.- Aparecen emociones comunes: placer, culpabilidad,
sumisión, rebeldía, resignación, súplica, dominación. En “La chica del libro
rojo” el elemento “dominación” alcanza un tono preocupante en dos momentos distintos de la obra.
Me ha parecido muy interesante el uso que hace Concha Casas
de algunos símbolos o arquetipos:
1.- El viaje al sur (Marbella, Marruecos) como símbolo de
liberación, de soltarse la melena.
2.- El uso de las estaciones para expresar emociones: en
primavera Elvira conoce a Pedro; en verano vive su romance, la pasión; en otoño
llega la decadencia, el cansancio; en invierno ese amor ya no existe, ha
muerto, y también muere la relación con Alfredo.
3.- El elemento “agua” (duchas, baños en el mar) que
interpreto como escenas que nos anticipan estados de purificación, de cambio,
de renacimiento.
Como novedoso para mí, y la verdadera aportación
literaria, en la obra de Concha Casas es
que aunque todo el tiempo se habla de sexo, en realidad no se está hablando de
sexo. Se está hablando de liberación
femenina, de mujeres que quieren alcanzar el poder que la sociedad machista les
ha negado. La novela habla de lucha y búsqueda interior, de anhelo de una vida
auténtica, de un deseo profundo de vivir en unidad lo que el ser aspira y por
lo que el cuerpo clama. Es la historia, en definitiva, de una mujer que se
lanza al vacío, dejándose llevar por sus instintos y, paradójicamente, en lugar
de estrellarse se encuentra a sí misma.